Tras las recientes elecciones, la administración de Donald Trump ha comenzado a delinear su enfoque hacia América Latina, anticipando un cambio significativo a partir de enero de 2025. La casi confirmada designación del senador de Florida, Marco Rubio, como secretario de Estado representa una señal clara de que la región ocupará un lugar destacado en la agenda exterior de Estados Unidos, particularmente en relación con Argentina y otros países en los que las políticas derechistas han ganado terreno.

Rubio, de origen cubano y conocido por su postura firme en el Senado respecto a gobiernos como los de Cuba, Venezuela y Nicaragua, aportará un conocimiento profundo y una perspectiva de derecha en las relaciones diplomáticas. La llegada del primer latino al máximo cargo diplomático estadounidense se traducirá en una visión más polarizada en temas regionales, advirtiendo una relación favorable con líderes afines, como el presidente argentino Javier Milei, mientras que otros gobiernos podrían experimentar tensiones.

Según el analista Brian Winter, la influencia de Rubio y otros funcionarios clave de Florida indicaría un enfoque más conservador en la política estadounidense hacia América Latina, una perspectiva moldeada por la situación cubana y venezolana, con especial atención a gobiernos alineados con tendencias autoritarias.

Para Argentina, el vínculo con el gobierno de Trump parece reforzarse gracias al alineamiento de Milei. En febrero de este año, Milei y Rubio sostuvieron un encuentro en la Casa Rosada, en el que compartieron visiones y reafirmaron el apoyo de Washington al gobierno libertario de Milei. No obstante, algunos expertos, como Juan Negri de la Universidad Torcuato Di Tella, advierten que la importancia que ciertos sectores argentinos atribuyen a este vínculo podría estar sobreestimada.

Mientras tanto, los gobiernos de izquierda en América Latina, como los de Gustavo Petro en Colombia y Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil, podrían enfrentar una política exterior estadounidense más desafiante. En ese sentido, Rubio ha señalado que estos gobiernos contribuyen a empoderar a «dictaduras regionales», lo cual contrasta con su postura de apoyo hacia figuras como Nayib Bukele en El Salvador.

Además de su afinidad con Argentina, Rubio liderará una postura dura contra los regímenes de Venezuela, Nicaragua y, especialmente, Cuba, donde sus raíces y conexiones le dan una visión particularmente crítica. Con respecto a México, que se perfila como una prioridad para el gobierno de Trump, el senador ha expresado fuertes críticas hacia la falta de control migratorio en la frontera y la cooperación de México con el gobierno cubano, anticipando una relación compleja.

El enfoque de la nueva administración de Trump hacia América Latina augura cambios drásticos en las relaciones diplomáticas en la región, una agenda que, con Rubio al mando, estará marcada por un apoyo fortalecido a gobiernos afines y una presión constante sobre aquellos considerados adversarios.